El sueño de jubilarse en la Costa Blanca de España

España se ha convertido, en las últimas décadas, en un destino de referencia para disfrutar de la jubilación. De hecho, se ha producido un incremento de este turismo, en los últimos tres lustros, de un 368%.

   

El perfil del llamado gerontoinmigrante suele proceder de la Comunidad Europea. Especialmente, británicos, neerlandeses y alemanes, así como escandinavos y de otros países como Rusia, que deciden trasladarse a zonas como la Costa Blanca, uno de los destinos favoritos, debido a su suave clima, que permite disfrutar sus de largos kilómetros de costa durante todo el año, su rica gastronomía, una gran seguridad jurídica y unos servicios sanitarios de primera calidad, que han dado origen al llamado turismo sanitario.

   

Cada año aumenta el número de jubilados que llega a España.

   

Cada año, el número de jubilados que se traslada a las costas españolas aumenta. Ha llegado a multiplicarse por cinco desde 1996: 86.000 extranjeros de la UE mayores de 55 años. En 2011, ha alcanzado los 436.000, entre los que se incluyen también residentes de fuera de la Comunidad Europea, como islandeses o noruegos. De todos ellos, un tercio elige la Costa Blanca como destino preferido, por muy diversos motivos.

   

La Costa Blanca, el lugar perfecto para jubilarse.

   

Esta costa, especialmente, en su zona norte, en la comarca de la Marina Alta, ofrece multitud de opciones para desconectar y disfrutar de la tranquilidad. Esta región es mucho más que sol y playa, debido a su rica diversidad biológica y paisajística. Está repleta de parques naturales, cuevas, humedales, senderos y vías verdes. Destaca también por su gran monumentalidad, con yacimientos arqueológicos, numerosas iglesias, castillos, palacios o fortalezas. A esto se añade una oferta comercial y de ocio, cultura o deporte inmejorable: ferias de artesanía, fiestas populares, parques acuáticos, restaurantes y hoteles de todo tipo.

   

La atracción por los pueblos mediterráneos, tanto los municipios costeros como del interior, es, cada vez, mayor, gracias a su enorme belleza. Resulta mágico recorrer sus callejuelas y plazas o realizar una ruta por sus parajes naturales, donde los almendros, olivos, algarrobos o cítricos acompañan todo el camino. Este paisaje se aprecia en el recóndito pueblo de Benichembla, situado en el Valle del Pop, muy ligado al recorrido del río Xaló, una zona donde disfrutar de las mejores vistas de viñedos, naranjos y antiguos riu-raus, creados para secar las uvas pasas.

   

En la zona de la Marina Alta se encuentran también las localidades de Gata de Gorgos, donde nace el río con el mismo nombre, repleta de fuentes y acequias; el bello pueblo pesquero de Moraira; las hermosas localidades interiores de Senija, Llíber o Murla; y las cercanas Parcent y Alcalalí. Un mosaico de pintorescos pueblecitos integrados en el Valle del Pop. La naturaleza más majestuosa también la ofrecen otras localidades, como Calpe, donde es posible contemplar el Peñón de Ifach, un impresionante accidente geográfico que permite vincular la zona a los pueblos meridionales situados en la Marina. En este lugar, cargado de playas de agua templada, acantilados, fondos rocosos, praderas de Posidonia o antiguas salinas, solían veranear escritores como Hemingway.

   

Los pueblos de la Costa Blanca mediterránea también ofrecen una enorme riqueza cultural e histórica, con antiguas ruinas de distintas épocas, como la bella ciudad de Altea, un resquicio de belleza y relax para artistas y artesanos que se mezclan con los vecinos y veraneantes, cada año. Además, esta hermosa ciudad es conocida por sus callejuelas empedradas de casas blancas, su barrio de pescadores o el templo de la Señora del Consuelo, rematado con cúpulas de tejas azules y blancas, desde donde contemplar toda la comarca. Pueblos como Benissa también ofrecen arte y cultura, en todas sus expresiones, como su catedral de la Marina Alta, su monasterio y las preciosas y pequeñas calas.

   

El paisaje natural y cultural se entremezcla en la colorida y alegre ciudad de Dénia, donde su impresionante puerto deportivo, uno de los más grandes de toda la provincia, deja una estampa maravillosa cada tarde. Con una temperatura media anual de 19º y 23 kilómetros de bellas y limpias playas, catalogadas con el distintivo de Bandera Azul, es el paraíso perfecto para descansar. Aún así, los más intrépidos también pueden desafiar a la naturaleza en su zona sur, un paraíso de calas rocosas y enorme riqueza submarina donde practicar pesca o submarinismo. Otro enclave perfecto para el buceo es Benitachell, que cuenta con impresionantes paisajes submarinos que albergan cuevas y recónditas grutas.

   

Los pueblos de casas encaladas, como las de Jávea y Monforte del Cid, ofrecen una estampa digna de visitar. La primera es una villa de gran valor histórico, repleta de luminosos patios, fachadas de tosca y rejas y balcones fabricados en forja. En lo que respecta a naturaleza, es una autentica joya, gracias a su riqueza, que se extiende desde el Cabo de San Antonio y el de la Nao hasta la hermosa cala de la Granadella. Cuenta con largas playas e importantes monumentos, como la Iglesia de San Bartolomé, del gótico tardío; o su expresionista Santa María de Loreto. En esta región, se mantienen numerosas tradiciones y fiestas patronales: verbenas, ofrendas florales, cabalgatas, hogueras y fuegos artificiales. Apasionan a locales y visitantes.

   

En lo que respecta a la gastronomía, la Costa Blanca es conocida por sus innumerables platos mediterráneos, que van mucho más allá de la internacional paella: desde recetas más tradicionales hasta una amplia oferta de restaurantes de alta cocina y vanguardia. Así, sus platos son de una gran riqueza, debido a su diversidad y la influencia de otras regiones (Cataluña, Murcia, Baleares) y de la misma Comunidad Valenciana. Se incluyen productos del mar, como las gambas de Dénia, los langostinos de Vinarós o los erizos de la costa, así como hortalizas, frutas y verduras frescas de las huertas, naranjas, limones, pimientos de Guardamar o deliciosos frutos secos, quesos y sabrosas carnes. Se pueden destacar platos como las alcachofas con piñones, la olla gitana, las habichuelas con hinojo y gurullos o dulces como los turrones de Xixona o el chocolate de Villajoyosa. Por su parte, los vinos blancos, tintos y dulces riegan el paladar y acompañan los platos con aromas de la tierra.

   

En definitiva, el clima mediterráneo, el ritmo de vida tranquilo y saludable o la gran seguridad sanitaria, junto con la tranquilidad jurídica para la adquisición de terrenos y derechos de propiedad o el económico coste de vida, hacen de esta región uno de los destinos favoritos y más agradables de Europa para la jubilación.

   

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Fuente: https://www.flickr.com
Autor: ©Enrique Domingo
URL: https://www.flickr.com/photos/edomingo/5008626665/in/photolist-8CAwda-7ZzSht-sJVCd-5LKttm-bp5LAS-9mQQxV-bPvV44-bBZGop-bp5LYh-5ZEGid-9suQYg-5TVZsH-azzwnw-9mQQKv-bAWMWf-bNi2V8-n41dnV-5LbTZr-5Lg81Y-bMz5bM-7iZ1uh-5Lg9dY-5sE9Kb-5Lg8xm-4EZ2fh-7jcbar-9mTUeJ-fpsh

         

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