La Costa Blanca ofrece a los residentes y turistas que la visitan todo tipo de atractivos para los amantes de la vida placentera y el relax. No en vano, se trata de uno de los destinos más apetecibles de España, elegido por miles de personas año tras año.
Las localidades de la Costa Blanca son conocidas por la calidad de sus playas y belleza de sus tramas urbanas. Aparte, la hostelería, la gastronomía, una climatología benigna y los servicios sanitarios marcan también la diferencia. Los siguientes pueblos se caracterizan por esta rica y diversa oferta: Jávea, Moraira, Calpe, Benissa, Denia, Altea, Benitatxell, …
Vida rural a pocos minutos del mar en la Costa Blanca.
No obstante, el turismo de sol y playa, con los mejores servicios, se complementa perfectamente con la apacible vida campestre que se puede disfrutar en los pueblecitos que se encuentran al interior de la Costa Blanca. Pueblos rurales de Alicante para disfrutar de actividades de vida campestre y playera, a pocos kilómetros de las mejores calas y playas de la Costa Blanca.
Estas localidades, con ritmos de vida tranquilos y escasa densidad de población, constituyen una alternativa de vivienda residencial tan apreciada como la que representan las casas cerca de la playa.
Son localidades que se concentran en un entorno que tiende, progresivamente, hacia las formas de vida rurales; por ejemplo, Gata de Gorgos, Jesús Pobre y los municipios de la Vall del Pop, zona está delimitada por el curso del río Gorgos o Xaló; empieza en Castell de Castells y comprende los términos de pueblos como Murla, Parcent, Benigembla y Alcalalí. Más hacia la costa se encuentran Senija, Benissa, Llíber y Xaló.
En todos estos casos, es posible disfrutar en la misma jornada de actividades de vida campestre y playeras. Los núcleos de población y los campos de la Vall del Pop distan pocos kilómetros de las playas de la Costa Blanca. Incluso no es descabellado que uno pueda plantearse desplazarse a pie o en bicicleta entre unas zonas y otras, otra actividad saludable y que se enmarca en el estilo de vida cercano a la naturaleza típico de la Costa Blanca y su interior.
Poblaciones para vivir y disfrutar del campo y el mar.
Por lo que respecta a algunas localidades concretas, Gata de Gorgos es, sin duda, una de las más relevantes. Los gateros celebran diversas festividades, siendo la más destacada la que se celebra a finales de julio, principios de agosto, en honor a su patrón San Cristo. Por otra parte, otra de las características especiales de Gata de Gorgos es su rica gastronomía, basada en los ingredientes de los cultivos de secano. Entre los productos típicos, destacan las cocas, el puchero y el tradicional espencat. De hecho, en relación con la particular orografía y fisonomía del término gatero, llaman la atención partidas como las relativas a las oliveras y algarroberas. Asimismo, son típicos de estas comarcas los lavaderos y fuentes, los cuales también se pueden encontrar en esta población. Su privilegiada situación, a pocos minutos de las playas de Javea (a 11 km), Denia (a 15 km) y Moraira (a 16 km) hacen de esta tranquila población un lugar privilegiado para vivir.
Otro pueblo que no hay que perderse es Jesús Pobre. Tiene aproximadamente 600 habitantes y sus costumbres y límites están marcados tanto por la Costa Blanca como por las estribaciones del Montgó. Esta conjunción da una idea de la belleza de sus parajes. Tranquilidad total en una pequeña población, a sólo diez kilómetros de la playa. Jesús Pobre, igual que otros pueblos de la zona, también destaca por su profusión de fiestas. En sus campos se puede ver la sustitución de los cultivos de secano por los de regadío. El moscatel, por su parte, sigue siendo, igual que en Teulada-Moraira, la bebida autóctona paradigmática. Cocas, arroces y guisados forman parte de la gastronomía que se puede disfrutar habitualmente en Jesús Pobre. Por último, conviene dejarse caer por sus alquerías.
Aparte de los pueblos citados, existen otros, englobados en la Vall del Pop, cuya visita también se puede organizar en rutas que combinen ocio y localidades distintas.
En la Vall del Pop se sigue viviendo, en cierto modo, según los ritmos que marca el sol. En ocasiones, es interesante desconectar de la frenética vida capitalina y dejarse llevar por las costumbres más sosegadas de la vida campestre. Sin duda, la salud física y mental lo agradece.
La Vall del Pop agrada a residentes y turistas por la coexistencia de valles, barrancos y otros accidentes geográficos marcados por el curso del río y que destacan por su natural belleza. Son valles en los que también se cultivan las vides y crecen los almendros. Los pueblecitos destacan por sus campanarios tradicionales.
En la Vall del Pop existen, por ejemplo, peculiaridades que llaman la atención de los visitantes, tales como la presencia balear en el particular valenciano de los habitantes de la zona. Se trata de un legado relacionado con la repoblación de localidades como Tàrbena, tras la expulsión de los moriscos. El pueblo árabe, por otra parte, dejó un espectacular legado que todavía se percibe en cultivos y tramas urbanas.
Los pueblos de la Vall del Pop, además, celebran con fervor fiestas de origen cristiano y pagano. Sin duda, la que más interés atrae por su espectacularidad y carácter participativo es la de los Moros y Cristianos, la cual conmemora las batallas entre reconquistadores y sarracenos. Son fiestas tradicionales en todo el litoral sur de la Comunitat Valenciana y que están recibiendo un fuerte impulso popular en las últimas décadas.
Aparte, la gastronomía de la Vall del Pop, en la línea antes avanzada, se basa en arroces, cocas, vinos y embutidos (en este último caso, una suculenta herencia de la repoblación balear).
La vida en los pueblos tranquilos favorece también el comercio justo y las compras sin prisas. Son actividades que pueden llevarse a cabo de manera distendida, en el marco del Mercadillo de Xaló o los comercios tradicionales de la zona.
Como se comentó anteriormente, las actividades deportivas al aire libre están de moda en el interior de la Costa Blanca: senderismo, cicloturismo, navegación de ríos...
Por último, no se debe dejar pasar la oportunidad de visitar unas construcciones de excepcional interés etnológico. Los riuraus se utilizaban para proteger las pasas de las inclemencias meteorológicas. Solo puedes verlos en una docena de localidades de la Marina y en algunas de la Safor.
En definitiva, no solo de las espléndidas playas vive la Costa Blanca, sino también de los bucólicos parajes con casa rural. Unos pueblos en los que uno puede reencontrarse con la paz interior que necesita.